domingo, diciembre 12

señores

que me iba afuera, y era de noche. para usar un término de leandro, los harapientos estaban acostados algunos sobre la vereda, otros sobre cartón, en la calle, amontonados, como si faltase espacio. uno me pregunta si no voy a tener frío. nos ponemos a charlar, y luego se sumó otro. eran señores sencillos y, en algún punto extraño, remotamente cultos. no me daban ganas de irme.

me levanté 1h 40m después de que sonó el despertador.

para todo lo terrenal: http://enaguasdeplastilina.wordpress.com/

lunes, noviembre 29

oeneirci avdentuers

que me secuestraban unos terroristas y me llevaban a la terraza de la casa de mi abuela. pegábamos onda y me soltaban. después yo volvía caminando sobre mi voluntad a la terraza, donde seguían ellos, para descubrir que su amistad había sido una sucia treta.

esto acá. para lo demás, enaguasdeplastilina.

lunes, agosto 23

me voy a wordpress porque estoy aburrida

así que ahora pueden seguir leyendo allá, en

que, por lo demás, tiene un nombre en castellano, vean, vean

http://enaguasdeplastilina.wordpress.com/




aunque puedo aburrirme de nuevo y volver.


quién sabe.

domingo, agosto 15

domingo quince

soñé —anoche- una casa amplísima con innumerables corredores, una televisión donde un hombre hablaba despectivamente de jean-sol partre con argumentos que correspondían a una cosa muy otra y quizá por eso lo escuchaba con tanta atención, la ventana del edificio aquel que daba a una pileta con apenitas de agua.

y muy antes, mi gato manteca siendo enjuiciado bajo la implacable autoridad de una jueza mujer.


debo hacer un excursus pues es preciso que los haga partícipes del genial poema de gastón. no me autorizó a compartirlo pero franco dictaminó -tal como yo creía, porque no era una potencialidad siquiera que fuese de otro modo- que es fantástico, y nada me autoriza a vedarle a la humanidad el derecho a leerlo. y a gastón tampoco.

el texto en cuestión está intitulado cogiendo mucho, y me tomo el atroz atrevimiento de señalar los puntos álgidos, sin importarme el estar, así, sugestionando su lectura. bueno, mejor no.

lean:

1

Un poeta no necesita musas, sino remises.

La venganza no es una acción,
sino un tono.


2

Lo he descubierto yo, los espejos no babean,
no por su centro,
sino que tensan desde cualquier punto-estrellita un riacho oblicuo que atraviesa cuartos
en penumbra
hacia tu pubis velludo,
carcomido abajo por tu madre cuando naciste, para que tus hijos nacieran
también. Oh pleonasmo, no quiero ser padre,
cocinero de mis manos,
pienso mientras bebo espejo, porque los espejos al fin babea
por tu entrepierna.


3

Cansado de la fenomenología del transporte público,
he descubierto el manantial
y tras él un verdadero teorema:
cojo con vos, pero escribo poemas para ella,
escribo luego de llenarte la boca de ovejas, luego de que fundes un rebaño en el lavatorio, luego de que un remis milagroso te lleve
hacia lo incognoscible. Luego, luego. Luego es el espejo deshuesado en la sábana, y obviedad,
pura obviedad ex nihilo, domingo de llamadas perdidas de amigos.


4

Esto de estar cogiendo tanto pinta todo de un resplandor tenue y metálico,
el de la venganza feliz, el que se unta sobre mi rostro
cuando apuesto toda mi alma al botón del televisor para darle la espalda a mi mejor poema.


5

Pero ahora, gracias al remis que te lleva, el mismo, pero transfigurado, que lleva a ella a la casa de un hombre que ama, que ama las musas,
que leyó Padre rico Padre pobre como a las Elegías de Duino
y usa cinturón y camisa adentro y billetera de cuero como si eso fuera el ser,
escribo un poema con un preservativo en cada dedo, para que cada verso tecleado no sea el hijo
de un porvenir así de triste.

¿Quién sabe? Tal vez el código de la remisería pegado a la heladera
sea la cifra de mi destino.


6

Escribo: Coger no me hace más hombre que una mujer.


a gastón lo pueden seguir leyendo acá.

sábado, agosto 14

el título está al final (y no es mío)



da ganas de agujerearse la piel con un tirabuzón
salir encapuchado con un rouge a escribir maldiciones en las paredes
desordenar todos los capuchones de las lapiceras
tapiar con stickers las ventanas
meter los cachorros los cacharros en cajas y enviarlos a abu dhabi
pasarle un plumero a los médanos
hacer voodoo sobre monedas plateadas de veinticinco centavos
tejer sweaters para las plantas de invernadero
sobre todo ahogar las preposiciones
en agua bendita sucia
y dejar las indefensas gaseosas destapadas
a ver si te das cuenta


despabílate mi amor

ese es el título

sábado, agosto 7

el chico se las trae





algo está pasando


Algo me está pasando
si le creo a mis
sentidos no es solamente
querida otra distracción
sigo atado a mi vieja piel
las ideas puras y los anhelos desmedidos
a toda costa
una limpia y saludable pija
pero mis pies han comenzado
a decirme cosas
de sí mismos
sobre su nueva relación con
mis manos ojos corazón y pelo

Algo me está pasando
te preguntaría si pudiera
has sentido alguna vez algo parecido
pero tú ya estás lejos
está noche que no creo
que escucharías además
mi voz se ha visto afectada también

Algo me está pasando
no te sorprendas si
caminando algún día de pronto en este brillante
sol mediterráneo tú me miras
de largo y descubres
una mujer en mi sitio
o peor
un extraño de cabello blanco
escribiendo un poema
alguien que no puede ya formar palabras
que está simplemente moviendo sus labios
tratando
de decirte algo

raymond carver

lunes, agosto 2

platón, hombre ciertamente de grande autoridad

aunque menor que dondequiera en su propia república, dio vuelos a su fantasía en el libro de sus leyes, por ninguna ciudad recibidas, componiendo muchos edictos para sus ediles, que quienes, por otra parte, le admiran y hubieran preferido que enterrara y excusara por el afable copeo de una noche de reunión académica.

milton, aeropagítica, 1644, p.62

domingo, agosto 1

5/5 (fin)

Diurno me acompaña a hacer las compras. Lo dejo al lado de un poste, sin anudar la correa y entro al almacén. Sé que mientras tanto él se va, porque al salir con las bolsas tiene el hocico manchado de violeta y el pelo con olor a parras, no digo nada y caminamos juntos hasta casa, riendo en voz baja por anticipado de la felicidad de Marisa que creerá que limpié los pisos. Pongo la mesa y preparo la cena, mis comensales están sentadas en sus lugares desde antes que el agua de los fideos hierva, observan cada uno de mis movimientos como si fuese un examen y comen en silencio. El único ruido es el de la soda llenando sus dos vasos, el chorro quejoso con aires de mar embravecido, luego una tos disfónica y Marisa que llora porque Dora olvidó comprar más pero ya no vale la pena decir nada.

Nadie viene a verificar si apagué la luz de mi habitación. Estoy contra la pared, en cuclillas, las manos atentas. Oigo el temblor de la escalera, otra vez, y el ruido seco de una bolsa llena de aire que se rompe, de nuevo. Es mi turno. Abro la puerta con delicadeza aunque es inútil, las penumbras tienen la culpa de los camisones que se me enredan en los tobillos. Mi tío está reclinado sobre el respaldo de la cama. Sonríe, alza los brazos. Me acerco hacia él, juguetea alborotando mi pelo, pasa el dorso de la mano dura y tersa por mi barbilla. Los otros dos cuerpos yacen desparramados sobre sus pies, aún tibios, dorados de sudor.

lunes, julio 26

4/5

Has estado demasiado exigente con la otra persona cuanto toca el tema del amor; si le das vía libre, las cosas mejorarán suss-tan-cial-mente. Lo limpio, la piel gris se pega a la esponja dejando a la vista un rosado pálido y tierno, busca a quienes te pueden satisfacer y asegurate de preservar tu libertad, abre la boca apenas pero el esfuerzo es demasiado grande, vuelve a cerrarla, no tiene caso jugar un juego y simular que no te importa, Marisa mueve los pies en el aire haciendo figuras extrañas, lee llevando la cabeza de un lado hacia otro, las hebillas que sostienen el pelo pajoso falsean, bajan, le rasguñan las mejillas, evita caer en la trampa de culpar a la otra persona, Dora solloza con el rosario entre las encías y el labio inferior, sin ruido, las lágrimas pesadas descienden por la ruta estropeada de su cuello, se topan con el medallón amatista de Once, los bordes del corpiño inmenso y gastado terminan de absorberlas, esperas respuestas inmediatas a ciertas preguntas difíciles, Marisa sigue firme en su propósito, no va a tomar aire hasta haberlos leído todos, cuando se detiene entre uno y otro es sólo para que podamos grabarlo, relamer las palabras, hacerlas coincidir como un rompecabezas con la semana anterior, con Dora negándose a pedir disculpas por el volumen alto de la televisión o el frasco de mermelada sobre el fregadero sin la tapa y la pequeña colonia de mosquitas, el martes, pero no respira mientras tanto, uno de ellos necesita tu ayuda, las persianas se cierran de golpe, una bomba atómica de noche impenetrable, selva espesa. No vamos a poder jugar porque nos faltaron fichas. Mi tío se durmió de inmediato y respira como un bebé de cabra, las lavaciones siempre tienen ese efecto. Salimos del cuarto y nos desparramamos por la casa, esperando que el día germine, esperando no encontrarnos hasta ese entonces.

3/5

en cuatro y en ocho y en teoría.
(a un lugar con pequeños ríos
y a otro con un río enorme)
por cierto, me tengo que acordar de comprar dvds vírgenes.

tres de cinco, entonces:

Desde que mi tío se enfermó, de noche, Marisa duerme en el living para no inquietarse con los balbuceos que se escapan de la garganta estriada o de una rodilla que hace ruido a vidrio roto. Me entretengo en separar el tiempo entre sonido y sonido, las vueltas que da sobre las sábanas húmedas. Es, al menos, más entretenido que revisar las vigas del techo que sé de memoria y no suelen presentar muchos cambios de la noche a la mañana. Sus palabras –las pocas inteligibles- sí, a veces habla de un columpio colorado, de cuerpos cubiertos con cubiletes, otras culpa al cristal de unos ojos por haberlo fijado en un anillo, en una cama, en un plazo fijo a veinte años para comprar una casa y al final no, y se dice enviado, recibido, toldo de carpa de ciudad balnearia en las últimas del verano, a medio desatar, flameando a veces con furia, con resignación o inercia las más.

Por la mañana, los sábados, tenemos nuestro momento en familia. Marisa se sienta sobre la cómoda y lee el horóscopo de la semana anterior en voz alta, empieza por Géminis, Libra, Sagitario o cualquier otro, avanza por los once restantes en orden caprichoso. Dora me acerca una palangana con agua tibia, una esponja vegetal, jabón blanco, la toalla en mejor estado de la casa que tiene dos agujeros y siempre se despeluza algo. Abre las cortinas, el polvo se mezcla con la claridad todavía borrosa del día, queda ahí, mirando las macetas con tierra, haciendo rodar las cuencas de un rosario entre los dedos. Mi tío abre los ojos con pesadez, lo inclino para quitarle el camisón amarillento, cambio las sábanas de la almohada y lo dejo reclinado contra el respaldo.

viernes, julio 23

cero tres dos puntos dos nueve

Gaston dice:
la flor posee una finalidad sin fin (heidegger on ice)

linda jessica lee beighle dice:
no, dios. estoy pseudo-trabajando en heidegger, ahora mismo, indirectamente, vía blanchot-bataille, para el final de teoría y análisis. estoy muriendo de gusto y de dolor.

Gaston dice:
yo directamente

linda jessica lee beighle dice:
lee:
la palabra me da lo que significa, pero antes lo suprime. para que pueda decir: esta mujer, es preciso que de uno u otro modo le retire su realidad de carne y hueso, la haga ausente y la aniquile. la palabra me da el ser, pero me lo da privado del ser. es la ausencia del ser, su nada, lo que queda de él cuando ha perdido el ser, es decir el solo hecho de que no es. desde este punto de vista, hablar es un derecho extraño.

Gaston dice:
lacan dice todo el tiempo, plagiando seguramente: la palabra mata la cosa
heidegger dice: la obra de arte muestra que oculta
ricardo fort: miami es impresionante, increíble, miami, impresionante increíble, miami, miami.


acá pueden leer a gastón y hacerle preguntas sobre los ombligos que no les contestará bajo ningún punto de vista.

lunes, julio 19

l nes

soñé estuches donde la gente guarda los cd's, me levanté escuchando way out, de apparat+ellen allien, miré por la ventana y noté que, más allá de toda voluntad personal, me correspondía escuchar blur mientras me duchaba. el dvd no funciona, los estuches son hostiles, sí.



por otro lado también soñé que anunciaban por la radio que era mejor no viajar en colectivos hasta después de las 18hs para evitar potenciales embotellamientos. es un buen punto.

domingo, julio 18

hablá vos, oliverio


corta los dedos momias
la yugular marina
de los algosos huéspedes que agobian tu pensativo omóplato
de lluvia
la veta de presagios que labran en tu arena los cangrejos
escribas
el tendón que te amarra a tanto ritmo muerto entre gaviotas
y huye con tu terráquea estatua parpadeante
sin un mítico cuerno bajo la nieve niña recostada en tus sienes
pero con once antenas fluorescentes embistiendo el misterio.

huye con ella en llamas del brazo de su miedo
tómala de las rosas si prefieres llagarte la corteza
pero abandona el eco de ese hipomar hidrófobo
que fofopulpoduende te dilata el abismo con sus viscosos ceros
absorbentes
cuando no te trasmuta en migratorio vuelo circunflexo de
nostalgias sin rumbo.

furiosamente aleja tu segismunda rata introspectiva
tu telaraña hambrienta
de ese trasmundo hijastro de la lava en mística abstinencia
de cactus penitentes
y con tu dogoarcángel auroleado de moscas
y tus fieles botines melancólicos
de ensueños disecados y gritos de entrecasa color crimen
huye con ella dentro de su claustral aroma
aunque su cieloinfierno te condene a un eterno 'te quiero'.

deja ya desprenderse el cálido follaje que brota de tus manos
junto a ese móvil tótem de muslos agua viva
flagélate si quieres con las violentas trenzas que le hurtaste
al olvido
pero por más que sufras en cada cruz vacante una pasión
suicida
y tu propia cisterna con semivirgen luna reclame tu cabeza
ya sin velero ocaso
ni chicha de pestañas
ni cajas donde late la agónica sequía
huye por los senderos que arrancan de tu pecho
con tu hijo entre paréntesis
tu hormiguero de espectros
tus bisabuelas lámparas
y todos los frutales recuerdos florecidos que alimentan tu siesta.

huye con ella envuelto en su orquestal cabello
y su mirar sigilo
aunque te cruces de alas
y el averritmo herido que anida en el costado donde te sangra
el tiempo
atardezca su canto entre sus senoslotos
o en sus brazos de estatua
que ha perdido los brazos en aras de vestales y faunos
inhumados
y huye con tus grilletes de prófugo perpetuo
tu nimbo sin eclipses
tus desnudos complejos
y el sempiterno tajo de fluviales tinieblas que te parte los ojos
para que viertan coágulos de rancia angustia padre
impulsos prenatales
y meteóricas ansias que le muerden los crótalos
a los sueñosculebras del lecho donde boga ámbarmente
desnuda
tu ninfómana estrella
mientras tu cuervo grazna un 'nunca más' de piedra.

viernes, julio 16

2/5




En el último bostezo de las cortinas de los almacenes las mujeres coinciden en un radio de tres cuadras, con sus caras de dormidas y quejas guardadas en el monedero, listas para saltar a cualquier oído al mínimo roce. Marisa se suma a la peregrinación y vuelve con bolsas llenas de yogur de frutilla, algunas frutas, cigarrillos y pollo, los miércoles y jueves, los fines de semana no sale, los lunes y martes trae leche en polvo, pescados, vino y jabón blanco, los viernes nos sorprende con mil maravillas porque compra en el supermercado real, los viernes Dora anticipa el shock y apenas oye el ruido de las llaves se desliza a la cocina.


Yo me siento en el banquito con los pies descalzos y me dejo mecer por la bruma del agua que hierve y gime, se deshace en pequeños espectritos que se pegan al vidrio como vigilando que Marisa no regrese todavía. Dora lleva el recipiente con un repasador, los limones que rayó dentro desprenden otra estela que me marea pero la sigo aunque casi siempre caigo desmayado en el descanso de la escalera, cuando me despierto siquiera necesito voltear la cabeza para observar por debajo de la puerta cómo escurre un trapo con paciencia maternal y la coloca sobre la frente de mi tío entre canciones de cuna.

Le hace mover la lengua como un puente levadizo y coloca el termómetro, cuenta hasta siete, lo saca aterrada, qué horror, qué horror hijo mío, dice mientras se lleva teatralmente el dorso de la mano sobre la frente de papiro. Él con el último estertor de su fuerza toma a las venas violetas que sobresalen de la muñeca y mide la temperatura ahora con los dedos, con paciencia. Pero, intento tras intento, no quedan conformes y ella sigue aterrada escupiendo quejidos, ahora mi tío tiene que usar los suyos pero en otro lado porque la boca ya no sirve, primero tantea con cuidado pero después se apura, como si supiese que en cuestión de segundos se va a escuchar el tintineo de la alarma del auto, para ese entonces Dora ya está barriendo con la escoba el polvo del living y justificando con el agitamiento las mejillas rosadas como uvas.

domingo, julio 11

caramelos de miel




hundir las manos dentro del panal
aun sabiendo que esas obreras
desayunan con limón y anfetaminas

verter todo en una olla a fuego moderado
sin chistar por las incontables ampoules
que dificultan incluso asir la perilla

(las mejillas ataviadas de ellas,
es un esfuerzo sobrehumano
echar afuera el mínimo quejido,
hilvanar una sucesión de letras,
modular una maldición coherente)

y dejar enfriar tres horas de insomnio



(a veces sería aconsejable una regulación
que fuerce a enunciar en diminuta tipografía,
al menos,
cuando los caramelos de miel están rellenos
de apitoxina)

martes, julio 6

1/5


Desde que mi tío se enfermó Dora ya no va más a las reuniones y Marisa, mientras mira la novela, teje posibilidades, infatigable, una tras otra, productos inútiles, mantas breves, escarpines de diferentes tamaños hasta que alguno encaja con el talle de Diurno, que primero patalea y luego se muestra encantado, caminando con su porte altivo como si estuviese desfilando por una alfombra de plumas, hasta que de un momento a otro uno cierra la puerta y encuentra en un costado un manojo destrozado de hilos y pelos, y Marisa chilla, lo reta pegándole en el lomo con una caja vacía de huevos y se encierra en la habitación.

Qué pasa detrás de esa puerta de madera empujada con énfasis, sólo ella lo sabe, y yo que corro a mi cuarto fingiendo tareas escolares y cuento sus pasos, tratando de divisar mentalmente las piernas que se abren como labios gruesos para mascar parquet. En esos momentos Marisa es un pecesito descolorido y suicida que se traga el espacio para devolverlo cuando, más tranquila, se sienta sobre el borde de la cama y sopla en un pañuelo de tela toda su desgracia. Entonces la casa se llena de vuelta de sonidos carrasposos, mi tío practica mugidos, se despereza, le toca la barbilla y ella se desploma como un globo sobre las sábanas, para reponerse en seguida y salir cerrando la puerta con cautela mientras se acomoda el delantal.

lunes, junio 21

y los acentos disonantes que evocan trapecios y malabares
el anís de las palabras frotadas con thinner en las cosas que pienso
pasando de lápiz a crayón a microfibra indeleble
y el chasquido de las pestañas cuando se entornan hacia arriba
para aletear algo testarudas espantando al sol
y las historias inverosímiles para dormir a la distancia
que se despierta a cada rato y patalea y patalea
y la facilidad para hacer del silencio una red
donde los caprichos caen y se ahorcan
y no mueren de asfixia


domingo, mayo 30

pájaros

click

sábado, mayo 15

está nublado




está nublado
llovizna
en la taza de café danzan un terrón de azúcar
y un malvavisco que se infla constantemente

el alcohol fue un bozal
para lo que quería decir
esta vez el resultado final
al menos fue parejo
pero ahora

las gotas se cuelgan del aire como broches
y es inevitable no pensar en aquel otro cielo
— todo me resulta evidente, presagio—
donde planeaba con los ojos cerrados
los brazos pegados a la cintura
el viento la brújula del despegue de sentido.

viernes, abril 30

fragmento de no sé qué demonios

y aquí, encima de la tierra seca de tiempo, los guijarros. los hay por todos lados, es verdad. pero nadie los trajo. simplemente están tendidos como un colchón, silenciosos, duros, y cuando alguien —el perro, el vecino, el oficial de policía que inicia el rastrillaje— pasa distraído por encima de ellos —un piso seguro, piensan, si es que piensan algo— les muerden los pies.

caen con un golpe seco. se desangran. la tierra chupa como si esa vida que se escapa le diese su prosperidad (que no es tal de todos modos) y luego los guijarros, los silenciosos, los inútiles, se encargan de hacer desaparecer el resto. al día siguiente cualquiera se asoma al patio y todo está impecable.

pasan muchas cosas cuando la gente no mira.

domingo, abril 18

esdrújulas

había que salir de ese atolladero de espuma almidonada
las chispas tenues incendiaban mi adhesión al evemerismo
no quería vérmelas con mutaciones estrafalarias
hiedras venenosas en los talones que dejan destello de purpurina
la respiración entrecortada por ir demasiado despacio

estar del otro lado de los ruidos mientras se arropa la noche
y pasan por un costado las voces, los gestos, todo aquello
que debería ser cuanto menos un rasguño y no pasa de aire,
un latir sigiloso de luces frenéticas no basta para desarmar
ese reducto inventado con la improvisación de diarios viejos
que es escudo y lanza y eminencia de torpe derrumbe

el oráculo de roble pronunció la sentencia sin vacilar
que se imponía con el peso de esas nubes de ópalo naranja
las palabras esdrújulas son ridículas
ecléctico, dije, tarántula, antígona, todo lo caótico
era cierto como la inutilidad de los vidrios y las vendas

cambié el pasaje para la semana siguiente

martes, abril 6

desvaríos oníricos

tengo pesadillas hará unos siete días. claro que cuando éstas salen de los entretelones de la noche para pasar al plano discursivo, pierden un poco de su aterradora esencia.


soñé, por ejemplo, que estaba en la casa de un individuo que poseía un pequeño gato y una paloma como mascota. sólo que la paloma no era de las que detesto en la vida diaria, sino color cremita, diminuta y enteramente adorable.

delante de una puerta estaba el dueño de la paloma. en el medio de la habitación, ella. detrás de la puerta de la otra punta, yo, que intentaba congraciarme con ella al lanzarle miradas de aprobación. miradas que encendían al demoníaco animal, transformándolo en un manojo de nervios, gritos, formas grotescas y certeros picotazos en mis piernas. a cada azote, yo gritaba muy agudo. el dueño de la paloma se ofendía y me decía que tenía que dejar de gritar. accedí al ruego y salí por la puerta.

al rato volvía a asomarme, y la paloma dormía, otra vez preciosa y tierna, junto al gatito, que tenía una pata sobre su lomo.