viernes, agosto 1

I

Una bandada de infantes uniformados de guardapolvo blanco corren para alcanzar el colectivo, atropellando sobre la marcha a una moneda de diez centavos que sólo fue tomada en cuenta por uno de ellos, quien la levantó y proclamó altivo al chofer ‘uno de diez’ mientras la sostenía, orgulloso, en su mano izquierda. Así como la introdujo por la ranura, volvió a salir. Cosas que pasan, pensó mientras ponía otra y guardaba la primera en uno de sus grandes bolsillos. De ahí, fue ir al fondo, sentarse con sus amigos, hacer una revisión del día y saludar a la gente que pasaba en los otros autos. Al descender, la moneda se deslizó suavemente y volvió a chocar contra el asfalto.

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