Una bandada de infantes uniformados de guardapolvo blanco corren para alcanzar el colectivo, atropellando sobre la marcha a una moneda de diez centavos que sólo fue tomada en cuenta por uno de ellos, quien la levantó y proclamó altivo al chofer ‘uno de diez’ mientras la sostenía, orgulloso, en su mano izquierda. Así como la introdujo por la ranura, volvió a salir. Cosas que pasan, pensó mientras ponía otra y guardaba la primera en uno de sus grandes bolsillos. De ahí, fue ir al fondo, sentarse con sus amigos, hacer una revisión del día y saludar a la gente que pasaba en los otros autos. Al descender, la moneda se deslizó suavemente y volvió a chocar contra el asfalto.
Jan de Jager / De "Casa de cambio IV"
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*Cuatro Bueyes*
Un buey blanco
en las afueras de Pisa
¿Sería más hermoso
si alguien lo hubiese esculpido
en mármol de Carrara?
¿Sería más hermoso
ese b...
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