Gato desaparecido (una historia increíble, pero inaguantablemente real)

Eran casi las tres de la mañana. Estaba sentada junto a la ventana, y le abro la puerta a Manteca Dalí (mi gato) para que entre a mi cuarto si lo desea.
Pensaba, entre otras tantas cosas, que ya no tenía ideas para el blog y que no lo actualizaba con la misma frecuencia.

Minutos mas tarde, termino con lo-que-sea-que-estaba-haciendo y regreso a mi cuarto. Pongo 'Sit down and listen to' en el winamp y checkeo algunos foros. Llamo a Manteca Dalí y no viene ni escucho el sonido de su cascabel. Asumo estará detrás del escritorio (uno de sus lugares preferidos) y me agacho para buscarlo: No estaba. Miro de los dos lados, y reviso exhaustivamente mi habitación. Nada.
De repente, la versión live de Inhale se ve interrumpida por un ruido corto y agudo; acto seguido, enciendo la luz.

Recuerdo que tiempo atrás había sacado una de las ¿tapas? del CPU. Miro dentro de él, y ahí lo veo: Sus enormes ojos con dejos lisérgicos me observaban, fijos, entre cables y oscuridad. Lo incito a retirarse de ahí y volver al seguro y reconfortante mundo de tierra firme, pero hizo caso omiso a mis ruegos, quizá porque se sentía cómodo ahí, o porque al moverse recibía pequeñas descargas eléctricas, aunque también cabe la posibilidad de que al estar recién hace una semana en mi casa y no tener siquiera tres meses de vida, no entiende aún las órdenes.

Estiro la mano, pero él se va hacia atrás cual tortuga esconde su cabeza dentro de su caparazón metálico. La vuelvo a estirar, y recibo una pequeña descarga eléctrica que provoca que la retire de manera involuntaria. Intento otra vez, obteniendo los mismos resultados.

Empieza a sonar Jackie Cane, y caigo en que la computadora seguía encendida.
La apago sin perder tiempo, y toco con el dedo índice el CPU. Las descargas no cesaban.
Pensé en agarrar un palo y alcanzarcelo, pero recordé que era un gato y no comprendería del todo la idea. Empecé a buscar un guante hasta que descubrí que no los uso desde 6to grado y me conformé con una remera que ya no uso. La envolví en mi mano, y volví a sumergirme en el CPU. Tomo la pata de Manteca Dalí y empujo hacia afuera: Llora bah, maulla , lo suelto. Pruebo otra vez, ahora sosteniéndolo por la cabeza, con los mismos patéticos resultados.

Así como Watson y el prueba-error, logré sacarlo (no sin antes haber dado vuelta 360º el CPU pensando que era una buena idea)



Creo que Manteca Dalí está bien. Se quedó un rato quieto, pero está comenzando a moverse de a poco.