miércoles, diciembre 16

¿vos sos vidente?

Demasiado temprano en Barracas, o La Boca. Anoche con insomnio y una película malísima — Beauté volée—girando en torno a una adolescente que no sabe quién es su padre, su madre era poeta y está muerta y su padrastro la envió a un descampado de Italia a que hagan su retrato. Vive rodeada de bohemios que tienen esculturas tiradas por doquier —ella andaba descalza todo el tiempo, no se puede estar descalzo y feliz en la naturaleza con piedritas y bichos en el medio— y todo gira en torno a que es virgen y no se sabe con cuál de los personajes tendrá su primera vez. En verdad, todos lo sabemos desde la tercer escena pero como un as (falso) bajo la manga lo destapan en los últimos diez minutos. Está en el top 10 de las peores cosas del año.

Y por eso dormí poco. Y porque los gatos se peleaban en voz alta, se escuchaban sus cuerpecitos golpeando paredes y techos. Pero hoy cuando esperaba el 168 ni me molestó no tener cigarrillos desde ayer a la noche porque estaba todo nublado y además conseguí mi lugar preferido.

El problema es que me bajé en cualquier lado —tampoco sé bien por qué tuve esa fe ciega en el 168— y si bien estaba a 15 cuadras del lugar a donde tenía que ir, decidí tomar un colectivo porque la zona no era quizá la más adecuada como para que ande una criatura tan indefensa y blanda como yo. Además tenía zapatos y dos libros de la biblioteca en la cartera. Temí que si me los robaban no me creerían, eso me pasa por mostrarme emocionada cuando me los dieron. *

Podía elegir entre el 24 y el 70. Nunca había tomado ninguno. Dejé pasar dos 70 porque tenía tiempo y ganas y antipatía con el número. Me subí al 24, que en vez de frenar en la parada lo hizo veinte metros antes.

— Che, ¿vos sos vidente?
— ¿Perdón?
— ¿Sos vidente, vos?
— (...) No.
— Ah, porque vi que levantaste la mano pero como no venías justo estaba pensando 'Ahora cuando el semáforo se ponga en verde sigo de largo y no la levanto, que espere el otro'. Y en ese momento viniste, qué loco.
— ¿Ah, sí?
— Sí. La gente es tan vaga, no quiere caminar. Y eso que son un par de metros, no más. Pasa muy seguido, yo casi no te dejaba subir, qué cosa.
— $1.20, por favor.



Idiota.



*Una vez, luego de recorrer Parque Centenario —creo— muy efusiva y expresando cuánto me gustaba todo lo que veía, Guillermo me recomendó que cambie la táctica. Entonces: Ah, no son feos estos sacapuntas, pero, hm, están rotos. Ahora los dos descansan sobre mi escritorio.

4 notas al margen.:

Horacio Gris dijo...

Muy bueno.
Podés ser vidente y no saberlo, de la misma forma que él es idiota sin saberlo. O tal vez sabe.

Anónimo dijo...

bastaaaaaaaaante simpático al menos
jajajaja

N dijo...

Complicada relación(la del chofer/pasajero)... por suerte, suprimiendo algunos viajes, suelen ser relaciones pasajeras...

Gracias por la observación.
Nos estamos cruzando. Slds

Lafran dijo...

jajaj cada uno desde su papel en la vida juega a ser el pequeño dios de un universo que le queda mas chico que los calzones, divertido mucho.

No te comento mas nada porque ya sabes lo que te voy a decir, joven pitonisa.