sábado, diciembre 5

heterogeneo

el sueño era muy largo, con retrospecciones complicadas de seguir, lagunas temporales y muy táctil. había una barbie con un vestido lila y plateado en una banqueta en la casa de mi abuela, que no era su casa. yo quería llevármela porque recientemente había encontrado unas cosas de polly pocket. no sé si al final me la prestaban o no, porque era de mi prima.

una fábrica rodeada de árboles. tiene una de esas maquinitas donde pones una ficha y poder mirar hacia largas distancias, sólo que estaba rota y los ojos de la máquina apuntaban al piso. pasto por todos lados, gente sí pero muy poca y todos concentrados en la puerta de la fábrica. una calle transversal pequeña y el mar.

al final estilo arco-iris una playa fantástica, con la arena fina y tibia, doradísima, uno le pasa la mano por encima apenas y hace ruido; y, además, el agua que es a veces verde a veces celeste, límpida, no ya con toda la basura encima ni del color marrón horrendo. todo exactamente así, los ojos alucinados apenas pueden captarlo. comienza a subir la marea, a subirsubirsubir y en verdad no quiero irme y subesubesube y cuando veo pasar delante mío (ya tenía la ropa íntegramente mojada y creía haber perdido una sandalia) un paquete vacío de cualquier cosa, admito que es tiempo de regresar. vuelvo, de todos modos, dos o tres veces. pero la playa, la otra, ya no está.

no sé qué hacer y tomo el colectivo, el 85 va por un lugar extraño. pasa por la sede de avellaneda del cbc y por lugares curiosos. somos menos de cinco pasajeros. yo sé, ellos saben, los otros también, que debíamos bajar en la parada anterior y no lo hicimos y mientras tanto mirábamos al suelo como buscando un lugar donde escondernos para que el chofer no se dé cuenta pero al fin y al cabo, él también lo sabía.

y suben dos mujeres y me miran mal y discutimos y yo siento que me duele la cabeza y ya no tengo ganas de hablar y lo único que se me ocurre para cortar con el debate que siquiera puedo seguir es decirles que tienen linda ropa, se quedan conformes y sonríen plácidamente. estúpidas. pero yo me despierto y la cabeza me sigue doliendo horrores.

2 notas al margen.:

Jimpa dijo...

los ómnibus siempre te mueven en los sueños ajja, sos económica

Paranoid Android dijo...

muy sutil lo del paquete vacío de cualquier cosa, buen modo de suavizar el relato. mprrw