jueves, enero 22

tiene las pestañas húmedas, le tiembla el pelo y la voz que, como encerrada en al garganta, no sabe si es hora de salir o mejor quedarse, todo está tan calmo, tan seguro aquí dentro que para qué arriesgarse.

es que la opresión, la inmovilidad le tensa las cuerdas vocales y molesta. lo nota porque le cuesta tragar saliva, y entonces duda sobre si destrozar a gritos esa quietud estéril o ir penetrándola despacito, con susurros que apenas se oyen entre el rumor de unas pestañas que chasquean al abrir y cerrarse, como un abanico pesado con formas arabescas que se bambolea de lado a lado.

un viento suave que se desliza por los ojos más húmedos aún y, de nuevo, la garganta que se retuerce y se asfixia, el aire que se escabulle por las comisuras de los labios y no llega a ser siquiera un hilito fino y frágil de voz, sino sólo una exhalación débil y entrecortada, insonora, que apenas si alcanza a hacer vibrar un poco a los pelitos del brazo sobre el cual reposa casi sin darse cuenta el mentón redondeado que se respinga en el centro, logrando una graciosa coordinación con la nariz -en punta, también- que escupe otro poco de aire que enseguida se confunde con el humo gris del cigarrillo y se enrienda con él, se hacen uno y ascienden hasta la altura de las cejas, donde comienza a perderse entre la mata de cabello -suelto, corto, que se asienta en los hombros y detrás de la oreja- se pierde luego más arriba, donde los ojos irritados, húmedos, fríos, como de vidrio, no alcanzan a ver.

2 notas al margen.:

Jimpa dijo...

the crowd roars

Anónimo dijo...

Cigarrillo y llanto, cóctel dolorosamente placentero.