Hace un tiempo comenté algo sobre los lemmings, esos animalitos simpáticos que se suicidan en masa como método de autoregulación de la naturaleza (o por accidente como ya está comprobado, pero la primer opción es más bonita), una actitud heróica, prolija y sistemática para preservar el equilibrio de su propio universo. Como un vaivén automático, como mártires sacrificando su vida por la de su especie. Y en cierto punto la gente se maneja -también sistemáticamente y de manera irracional- de un modo parecido, aunque no siempre con éxito inmediato. No lo hacen sacrificándose por una causa noble, sino para aportar a mantener el equilibrio universal, aún sin quererlo. Eso de que siempre que se cierra una puerta, se abre otra.
La clave está en medir a todo aquello que rote por esas puertas giratorias según las propiedades extensivas en primer lugar, e ir viendo muy despacio las intensivas hasta adaptarse.
Así de sencillo. (casi)
Ah, también:
- Soñé que un colectivero trataba de mala manera a una pareja de ancianos que pedían un boleto de 0,75 ctvs, y yo me acercaba y le discutía alegando que los señores seguramente no sabían que desde el cambio de tarifa el monto del pasaje era de 0,90 o de 1,20, y que eso no le daba derecho a tratarlos así.
- Escribí una nota para un blog, si quieren ver/leer/debatir, pueden hacerlo clickeando acá. Próximamente se irán publicando algunas cosas más mías ahí, así que los mantengo al tanto (?)
- No puedo dejar de escuchar Apparat. H es genial. Pero genial, eh.