(heard from telegraph lines)

Volví con varias cosas bloggleables.

Lucas* me comentó que conoce al muchacho mencionado mucho tiempo atrás en un posteo sobre las pipas, y que el susodicho-perfecto-desconocido-embrollado-en-la-situación lo había leído.
No siendo este un blog con miles de visitas ni fácil de ubicar en google mediante palabras clave (a saber: todas las relacionadas con la porn*grafía, bail*ndo por un sue*o o el último de coh*lo) podríamos considerar que es al menos un hecho extraño, pero no. Lo extraño es que Lucas me dijo que su amigo es una persona muy culta e instruida sobre la tribu gótica a la que supo pertenecer, y por lo tanto no forma parte de la inmensa muchedumbre que llevaría la pipa sólo por estética vacía, sino al otro ínfimo puñadito de personas que no. Raro.
Y yo a Lucas le creo, porque también es así como muy modosito y correcto, escribe prolijo y hace entrevistas interesantes. Así que ustedes también deberían creerle.


El otro día descubrí que mi desconfianza en las preferencias de la masa viene arrastrando desde primer grado, cuando hice una encuesta para ver quién ocupaba el podio del mejor dibujo animado/historieta, Snoopy o Garfield, y el abrumador resultado grito burlón que el ganador era el primero.
Mi frágil psiquis no pudo asimilar que la gente tenga tan poco criterio. Así empezó todo.





Pero no es de eso que venía a hablar, sino de que el domingo cumplo años, de nuevo mi natalicio tiene una hora más y por primera vez en más de un lustro voy a permitir que me hagan un regalo sorpresa.

Las sorpresas me resultan adorables, pero preferí suprimirlas cuando vi que recibir un regalo sin querer cambiarlo o dejarlo tirado por ahí no era lo que quería para el resto de mi vida, así que opté por preferir que me den plata o me compren algo puntual, previa mi aprobación y visto bueno.

Consideré que el hecho de poder comprar tabaco legalmente en los kioskos presuponía algo grande, y no estaría mal acompañarlo con la ansiedad alegre de volver a los regalos sorpresa, así que accedí a dejarme sorprender... con unas mínimas condiciones.

Básicamente, pasé todo mi domingo viendo carteras, y el lunes le dejé a mi madre una notita con el código de varias acompañada por el color y la dirección del local.
Sí, fue bastante directo y condicionado, pero estoy en todo derecho de creer que es, al menos, un ínfimo avance. Y Roma no se construyó en un día. Y a mí cada vez me gusta más Blaisten.


* No va linkeo porque su blog nuevo está en proceso aún, pero para darles un adelanto y condicionarlos a ustedes también a que quieran leerlo (y condicionalos tampoco, porque con o sin repiqueo de campanitas lo van a querer leer igual) les acerco un par de líneas de esas que son para subrayar: "Así, lector virtual, lector real, lector cálido o lector lejanamente distante, irrumpe –acá- un dolorcito. Caigo en el lugar común de decirte que es en el pecho. Pero no. Eso es cursilería. El punzante aguijón, clavado ahí (el dolorcito, es claro, está en mí), O dentro mío. Voz que no habla, empero no calla ni callará. Bandoneón que no se detiene; tocando sonoras melodías de insólitos fugitivos, fugaces amores eternos. Guitarra domesticada, cuerdas flojas a punto del descascaramiento. Piano de marfil, retrospecciones de genuflexos elefantes que no olvidan. Ergo, ni piensan. Flauta desecantada que alguna vez encantaste serpientes."