lunes, septiembre 29

Oneiric Adventures

Medianoche en microcentro. Un policía se me acerca e intenta que le pague una coima por algo que no hice. Me rehúso y luego de discutir un rato, acepta su derrota. Le sonrío y voy para el auto.

Me siento y noto que los tacos altísimos me complican bastante esa ardua tarea que llaman manejar, así que me quedo descalza y enciendo el motor. Casi al unísono, recuerdo el pequeño detalle de que lo único que sé manejar son cuatriciclos, pero confío en que esos conocimientos -por más mínimos que sean- me van ayudar un par de cuadras, por lo menos hasta perder de vista al policía.

Antes de darme cuenta, estoy yendo muy rápido por esacallequenomeséelnombre*, donde se asoman varios caminos. Tengo que ir para Quilmes, pero me equivoco y me meto por otro lado. No puedo girar, así que decido remendar mi error dando marcha atrás.

Segundos más tarde, me encuentro envuelta en la vorágine del auto que no cesa de acelerar y ladearse de un lado al otro (todo esto sin dejar la marcha atrás, claro), y descubro no con cierta sorpresa que me persigue un paralítico en silla de ruedas, que me grita a viva voz que frene.




*Tampoco recuerdo los nombres de las calles en estado de vigilia. Lo mismo corre para fechas y nombres de personas/artistas/canciones, entre otras.

viernes, septiembre 26

Oneiric Adventures


No contábamos con demasiado tiempo, había que llegar a la inscripción en menos de dos horas y todavía nadie tenía demasiadas intenciones de irse. Por suerte empezó a llover y, con la ropa mojada y los pies embarrados, ninguno dudó que el partir era inevitable.

El auto, rojo y limpísimo, se rehusaba a arrancar. Mi habilidad como mecánica no sirvió demasiado, menos la de mis acompañantes que estaban en la misma (o peor) situación que yo. Igual no nos preocupó tanto, porque al rato apareció él en un carruaje tirado por dos caballitos color chocolate.

Subimos. Florencia me miraba fijo con esa cara de superación que te dice 'yo-sé-qué-estás-pensando-y-vos-también-lo-sabes-aunque-no-lo-quieras-admitir'. Antes que contestarle, era más fácil esquivarla y mirar por la ventana como se iban deshaciendo las plazas, los locales y la gente que caminaba apurada por esas calles poco transitadas. Sólo que en vez de presentarse como una sucesión de imágenes que se siguen unas a otras, parecía que estaban todas juntas, como girando en un lavarropas y repitiéndose una, dos, tres veces.

No sabíamos si estabamos bien de tiempo, pero no pudimos evitar caer en la tentación de hacer las últimas dos cuadras caminando, total era probable que no volvamos nunca a un lugar como ese y no debíamos perdernos la oportunidad de mirar un poco. El lugar estaba abarrotado de negocios, todos desérticos. Una bombonería nos llamó especialmente la atención. Tenía las letras en dorado y un gorrito azul francia de marinero colgando en la entrada. Un hombre despeinado, con barba grisacea, salió de adentro de ella y nos cerró la puerta, indiferente. Aún así, anotamos la dirección.


Llegamos.

- Esto no se parece ni ahí a la facultad de Ciencias Sociales de la UBA, no?
- Cierto, igual tampoco teníamos que ir al edificio de Ciencias Sociales

Nos hacemos lugar por una puerta chiquitita. Adentro no había casi nada de luz, ni de gente. El polvo se posaba formando gruesas capas sobre todo lo que estaba a la vista. Al fondo, dos mesas, una luz tenue en el medio y cuatro personas. La de atrás a la derecha es la que nos está esperando. La de adelante a la izquierda, es alguna personalidad reconocida de la televisión, o radio, o algo así, que se pone a charlar jocosamente con Florencia. Cautelosa, me acerco y saludo. La persona de chalequito verde musgo y pantalones caquí me mira extrañada, diciéndome que ese no era el edificio, y que de serlo tampoco serviría de nada ya que no tenía todos los datos necesarios para la inscripción. Ofendida, se voltea rápidamente, empujando un tintero que cae al piso y mancha uno de sus zapatos. Los otros dos que quedaban sentados también se levantan. Algo en el ambiente se siente pesado, denso, húmedo.





Y después sonó el despertador, y son las 06am y tengo que ir al colegio. Tendría que existir algún aparatito que regule esto y no permita soñar cosas con finales abiertos.


jueves, septiembre 11

s.e.b. dice:
chep
viste la de mi avatar?
bueno
esta loca
osea
es muy muy tierna todo re amor,
y de la nada
me tiro una indirecta de indole sexual
osea
me encanta igual
el tema
es que le conto al papa
de mi
y ahora
el señor abogado padre de la muchacha
me quiere conocer
august;ne dice:
que indirecta de indole sexual?
s.e.b. dice:
jaja no te lo pienso decir textualmente
pero osea
tiene campo ella
y como que vaya a pasar un finde
sin el señor abogado obviamente
august;ne dice:
quiero ver hasta que punto era de índole sexual
s.e.b. dice:
capaz es otra
porque los mensajes ya no son como antes
esta como mas... zorra

miércoles, septiembre 10

Ayer mi mamá escuchó en la radio algo de una web donde podías oír poesías recitadas por sus propios autores. Creyó que podría interesarme así que anotó la dirección en su mente y ahí la dejó hasta que volví del colegio y el hacerla permanecer un rato más pasó a depender de mi.

Entré hace un rato y fui directo a ver si había algo de Cortazar (sí, sí, sí, no puedo evitar que me resulte simpática su manera de pronunciar las erres) pero como no encontré demasiado, decidí pasar directa y azarosamente al material en formato texto. [Léase: no quería leer nada en particular, así que clickeé una letra al azar (porque está ordenado alfabéticamente por autor/título del poema) la primera vez, y un poema al azar la segunda. A todo esto, entendemos por azar como 'haciendo sucesivos clicks sin mirar a donde por un tiempo indeterminado']

Y di a parar con la hasta hace unos veinte minutos desconocida Elsa López:

Ha averiguado el nombre que le ha correspondido
y se define ausente, exiliada del sueño,
emigrante, perpleja, desgajada,
sin billete de vuelta.

Se declara sin fuerzas
y pide con vergüenza un poco de ternura.
Que le devuelvan, por favor, el mar.



Entonces me acordé que ayer Leandro había comentado algo sobre mi (in)constante e (in)intencional tendencia al REC, lo simpático del simpático Tzara, el mar, zahir, y otra vez el mar.

martes, septiembre 9

ponele

Supongamos que María tiene muchas ideas apiladas como libros sobre una pelota de golf. Ideas que, en un intento por estabilizarlas, son apoyadas una por una sobre la cabeza de José. Luego se agrega también un vaso descartable casi sin agua, un gato de felpa azul y catorce gramos de cal.

Imaginemos ahora que María descubre con cierta tristeza que todo tiene aún más posibilidades de desmoronarse, y en vez de retirar una a una todas esas cosas que se apilan desprolijas sobre la cabeza de José, lo sacude esperando que se acomoden.

Supongamos que todo cae abruptamente y golpea contra el suelo, estallando en miles de pedazos bien chiquitos (y el todo incluye también varias ideas de José). Imaginemos, entonces, que María ve el desastre que ha hecho y decide remendarlo pero, al intentar agacharse a recoger lo que tiró, descubre que sus brazos y cabeza están a dos pares de millas de sus pies.