martes, julio 28



(conste que este video se quedará aquí —en primerísimo lugar— por las arqueadas pestañas de rita)
(y en segundísimo, porque la música es harto bonita. ¿verdad?)

lunes, julio 13

la señora del café

Una figura arborescente, el cuerpo de tronco descansando inquieto sobre la silla, los brazos de ramas raquíticas cayendo sobre el borde de la mesa con los dedos largos entretenidos en el destrozo de una servilleta ennegrecida por tanto manoseo.

La cabeza está cubierta por un pañuelo olivo con arabescos en tonos ocre, sobre los párpados repletos de pliegues caben noches enteras sin dormir que le bajan por la mejilla hasta la comisura de los labios pintados a los apurones.

Charla con el señor del pelo largo ceniciento que le dice carlitos al tostado, ella para hacer más ameno el amague de despedida que se asoma cuando él se ajusta la bufanda le explica que acá el café cortado con apenas de leche se llama lágrima —"me lo contó mi hija, me dijo: mamá, tan bruta no podes ser, se dice lágrima"— y deja flamear su brazo deslucido en el aire para llamar a la camarera, que se acerca risueña con la bandeja apoyada en las rodillas. La cuenta, por favor.

El señor se va, ella se queda apurando el último cigarrillo de un atado de veinte. Vaga en el asiento con la espalda, los ojos y la expresión ya usada de agitar la mano con desgano para pedir otra cerveza. Es necesario cambiar algo el repertorio, abrir la cartera, sacar el celular. Marcar y cortar varias veces, como si la repetición llenase un poco todo este absurdo, esta cantidad de maquillaje desparramado entre aros, collares largos y el chal cubriendo la nuca.

"Hola, ¿cómo estás?, te tengo que pedir disculpas, lo sé. No necesito que hagas nada por mí, sólo preciso la receta. Hablá con el doctor, pedísela. No puedo más, tuve que dejar los otros medicamentos porque no veía ninguna mejora, me hacían peor. Los necesito. Estoy haciendo la dieta, alimentándome bien pero eso no basta para sacar toda esta grasa. Anfetaminas se llaman. Cualquier cosa que tenga anfetaminas. Yo... yo te pido disculpas. No te preocupes, el tratamiento va a estar seguido por un doctor, voy a ir dos veces a la semana. En serio. No me pueden hacer esto. Por favor, ayudame a conseguirlas. Cuando sepas algo llamame."

La cabeza se mantenía erguida, la mirada fija en un punto de cualquier sitio bastante más alejado de las puertas del bar. El cenicero repleto se corona con otro cigarrillo ofrecido por la camarera, el vaso de cerveza transpira, vacío, junto al encendedor. La cuenta, por favor.


martes, julio 7

dos puntos:


Tutti Frutti, Letra J

Agustina — ...Jump, Jean Cocteau, jalea...
Leandro — ... Jodido, joder, Jacinta...
Agustina — ¿Qué pusiste en Ítems del living?
Leandro — Nada, pero estuve muy tentado de poner paragüitas
Agustina — Ay, a mí también se me cruzó eso. Lo relacioné con la J por la diéresis. No sé. Paragüitas, güi, J.
Leandro — No, yo por la forma. Fijate, la J tiene forma de paraguas.


lunes, julio 6

Reflexiones de jardín



Mientras estábamos sentados en su patio admirando la naturaleza, embebiéndonos de ella entre diluidas bocanadas de nubes humeantes, Leandro me confesó que de chico se pasaba horas y horas buscando tréboles de cuatro hojas pero que, aún así, nunca dio con uno.

Tímidos, llegamos a creer que quizá era sólo un mito urbano como lo de los stickers con lsd, aunque nos retractamos de inmediato. Era inútil desoír a la verdad que clamaba con furia sólo porque no encontrábamos una respuesta convincente. Así que decidimos aventurarnos en el maravilloso viaje de las hipótesis sin fundamento científico.

Ambos acordamos que las cuatro hojas debían ser producto de una mutación genética. Leandro sostenía, en su pose anti-lamarckiana, que dicha mutación no era transferible de generación en generación y por eso había tan pocos. Yo, envainada en mi relativismo satinado, argumenté que no había modo de negar que sea transferible, al menos en algunos casos, y que el alelo de las cuatro hojas oloquesea debía de ser recesivo.

Y no, no llegamos a ninguna conclusión ni teníamos intención de hacerlo.