lunes, noviembre 24

oneiric adventures

Mariana, Lucrecia, Eva y yo esperabamos en el zaguán del salón. Era el cumpleaños de una chica y -por lo que acusaban nuestros vestidos largos aggiornados con volados, puntillas y detalles en color pastel- la fiesta era de gala y lo suficientemente elegante como para que todas llevemos tacos altísimos mientras que, con dificultad, hacíamos malabares para ocultar las muecas de hastío que manaban a borbotones tras caminar unos cuantos pasos.

La cumpleañera estaba demorada, y a nosotras nos aburría bastante la espera que no se aplacaba a pesar de los mozos que corrían de un lado para el otro ofreciendo canapés y cocktails. Un cambio inesperado hace que la reunión tenga que ser cambiada de lugar de inmediato. Nos avisan que no es nada grave y que los micros y trenes (sí, trenes) llegan en una hora.

Mariana, elocuente, propone cambiarnos los vestidos por ropa mas sport hasta que sea la hora de partir. Todas oponemos algo de resistencia diplomática pero tras cruzar unas miradas cómplices acordamos hacerlo y, aliviadas, nos refugiamos dentro de joggins y zapatillas deportivas.


Al rato, ya todas estabamos acomodadas en nuestros asientos. Florencia, sentada a mi izquierda, observa, sorprendida: "¿Vas a ir al cumpleaños en joggins y zapatillas?", mientras los volados de su vestido beige se sacudían inquietos por la brisa que entraba de las ventanas, abiertas de par en par.
Entonces, nos acordamos: Habíamos dejado los vestidos.

Me levanté y caminé hacia una plataforma intermedia que separaba un micro del otro. Era una noche luminosa pero no se veía ninguna estrella. Un buho que superaba el metro veinte de alto se posó sobre la plataforma, haciéndola temblar. Tenía la cabeza enorme, ojos redondeados y el pelaje marrón salpicado de manchitas claras que parecían haber sido trazadas con un pincel.
De un salto se acercó hacia mí, que dí otro salto pero hacia atrás, intentando evadirlo. Él se quedó quieto, observando. Yo me aventuré a acariciarlo. Y era peludito y esponjoso.


Ladeó la cabeza, luego la echó hacia atrás y se fue por el mismo lugar por donde vino. A esa altura, inmersa en la comodidad de las zapatillas y atónita aún por el búho, ya me había olvidado de lo ridículas que ibamos a quedar todas de jogging entre tantos vestidos de cola.

3 notas al margen.:

...PnZ! dijo...

te extrañabamos

good to have you back!

pnz

Anónimo dijo...

Eso sí que es onírico.

Lucas.- dijo...

aha.. aha... y cuando fué que dejaste la medicación?