Leía plácidamente —o no tanto—a Barthes en el jardín, cuando un sonido extraño me obligo —como si me costase tanto, bah— a desviar mi atención del magnánimo texto. Era un simpático aeroplano que repetía de modo monótono, con acento cada vez más grave, no una publicidad, no el anuncio de una nueva carnicería, no cualquier cosa que sea común o más o menos típica que repita algo de sus características. No. Anunciaba que se perdió un caniche toy blanco, que recompensarán a quien lo encuentre y a continuación pasaban un número de teléfono. ¡Viva la pluralidad de los medios de expresión!
En el mar...
-
No te ahogas por caer en el agua,
te ahogas por no hacer nada para salir del agua…