lunes, agosto 23

me voy a wordpress porque estoy aburrida

así que ahora pueden seguir leyendo allá, en

que, por lo demás, tiene un nombre en castellano, vean, vean

http://enaguasdeplastilina.wordpress.com/




aunque puedo aburrirme de nuevo y volver.


quién sabe.

domingo, agosto 15

domingo quince

soñé —anoche- una casa amplísima con innumerables corredores, una televisión donde un hombre hablaba despectivamente de jean-sol partre con argumentos que correspondían a una cosa muy otra y quizá por eso lo escuchaba con tanta atención, la ventana del edificio aquel que daba a una pileta con apenitas de agua.

y muy antes, mi gato manteca siendo enjuiciado bajo la implacable autoridad de una jueza mujer.


debo hacer un excursus pues es preciso que los haga partícipes del genial poema de gastón. no me autorizó a compartirlo pero franco dictaminó -tal como yo creía, porque no era una potencialidad siquiera que fuese de otro modo- que es fantástico, y nada me autoriza a vedarle a la humanidad el derecho a leerlo. y a gastón tampoco.

el texto en cuestión está intitulado cogiendo mucho, y me tomo el atroz atrevimiento de señalar los puntos álgidos, sin importarme el estar, así, sugestionando su lectura. bueno, mejor no.

lean:

1

Un poeta no necesita musas, sino remises.

La venganza no es una acción,
sino un tono.


2

Lo he descubierto yo, los espejos no babean,
no por su centro,
sino que tensan desde cualquier punto-estrellita un riacho oblicuo que atraviesa cuartos
en penumbra
hacia tu pubis velludo,
carcomido abajo por tu madre cuando naciste, para que tus hijos nacieran
también. Oh pleonasmo, no quiero ser padre,
cocinero de mis manos,
pienso mientras bebo espejo, porque los espejos al fin babea
por tu entrepierna.


3

Cansado de la fenomenología del transporte público,
he descubierto el manantial
y tras él un verdadero teorema:
cojo con vos, pero escribo poemas para ella,
escribo luego de llenarte la boca de ovejas, luego de que fundes un rebaño en el lavatorio, luego de que un remis milagroso te lleve
hacia lo incognoscible. Luego, luego. Luego es el espejo deshuesado en la sábana, y obviedad,
pura obviedad ex nihilo, domingo de llamadas perdidas de amigos.


4

Esto de estar cogiendo tanto pinta todo de un resplandor tenue y metálico,
el de la venganza feliz, el que se unta sobre mi rostro
cuando apuesto toda mi alma al botón del televisor para darle la espalda a mi mejor poema.


5

Pero ahora, gracias al remis que te lleva, el mismo, pero transfigurado, que lleva a ella a la casa de un hombre que ama, que ama las musas,
que leyó Padre rico Padre pobre como a las Elegías de Duino
y usa cinturón y camisa adentro y billetera de cuero como si eso fuera el ser,
escribo un poema con un preservativo en cada dedo, para que cada verso tecleado no sea el hijo
de un porvenir así de triste.

¿Quién sabe? Tal vez el código de la remisería pegado a la heladera
sea la cifra de mi destino.


6

Escribo: Coger no me hace más hombre que una mujer.


a gastón lo pueden seguir leyendo acá.

sábado, agosto 14

el título está al final (y no es mío)



da ganas de agujerearse la piel con un tirabuzón
salir encapuchado con un rouge a escribir maldiciones en las paredes
desordenar todos los capuchones de las lapiceras
tapiar con stickers las ventanas
meter los cachorros los cacharros en cajas y enviarlos a abu dhabi
pasarle un plumero a los médanos
hacer voodoo sobre monedas plateadas de veinticinco centavos
tejer sweaters para las plantas de invernadero
sobre todo ahogar las preposiciones
en agua bendita sucia
y dejar las indefensas gaseosas destapadas
a ver si te das cuenta


despabílate mi amor

ese es el título

sábado, agosto 7

el chico se las trae





algo está pasando


Algo me está pasando
si le creo a mis
sentidos no es solamente
querida otra distracción
sigo atado a mi vieja piel
las ideas puras y los anhelos desmedidos
a toda costa
una limpia y saludable pija
pero mis pies han comenzado
a decirme cosas
de sí mismos
sobre su nueva relación con
mis manos ojos corazón y pelo

Algo me está pasando
te preguntaría si pudiera
has sentido alguna vez algo parecido
pero tú ya estás lejos
está noche que no creo
que escucharías además
mi voz se ha visto afectada también

Algo me está pasando
no te sorprendas si
caminando algún día de pronto en este brillante
sol mediterráneo tú me miras
de largo y descubres
una mujer en mi sitio
o peor
un extraño de cabello blanco
escribiendo un poema
alguien que no puede ya formar palabras
que está simplemente moviendo sus labios
tratando
de decirte algo

raymond carver

lunes, agosto 2

platón, hombre ciertamente de grande autoridad

aunque menor que dondequiera en su propia república, dio vuelos a su fantasía en el libro de sus leyes, por ninguna ciudad recibidas, componiendo muchos edictos para sus ediles, que quienes, por otra parte, le admiran y hubieran preferido que enterrara y excusara por el afable copeo de una noche de reunión académica.

milton, aeropagítica, 1644, p.62

domingo, agosto 1

5/5 (fin)

Diurno me acompaña a hacer las compras. Lo dejo al lado de un poste, sin anudar la correa y entro al almacén. Sé que mientras tanto él se va, porque al salir con las bolsas tiene el hocico manchado de violeta y el pelo con olor a parras, no digo nada y caminamos juntos hasta casa, riendo en voz baja por anticipado de la felicidad de Marisa que creerá que limpié los pisos. Pongo la mesa y preparo la cena, mis comensales están sentadas en sus lugares desde antes que el agua de los fideos hierva, observan cada uno de mis movimientos como si fuese un examen y comen en silencio. El único ruido es el de la soda llenando sus dos vasos, el chorro quejoso con aires de mar embravecido, luego una tos disfónica y Marisa que llora porque Dora olvidó comprar más pero ya no vale la pena decir nada.

Nadie viene a verificar si apagué la luz de mi habitación. Estoy contra la pared, en cuclillas, las manos atentas. Oigo el temblor de la escalera, otra vez, y el ruido seco de una bolsa llena de aire que se rompe, de nuevo. Es mi turno. Abro la puerta con delicadeza aunque es inútil, las penumbras tienen la culpa de los camisones que se me enredan en los tobillos. Mi tío está reclinado sobre el respaldo de la cama. Sonríe, alza los brazos. Me acerco hacia él, juguetea alborotando mi pelo, pasa el dorso de la mano dura y tersa por mi barbilla. Los otros dos cuerpos yacen desparramados sobre sus pies, aún tibios, dorados de sudor.