domingo, febrero 28

fragmento de lo que todavía no es

no es ira, sino lástima, impotencia. lo obsoleto de discutir sin palabras a fantasmas de celofán, a lo que fue envoltorio de regalo hace décadas y ahora es trozos dispersos en basurales de ciudades que cambiaron de nombre. lo tedioso de coserse la boca con tanza húmeda e infectarse el labio; pero de otro modo sería revolcarse con lo absurdo, pescar en una botella de agua mineral durante horas y ocultar el gesto de decepción, que venía anticipada con carteles luminosos, carteles con letras de neón estridente que uno se mintió no haber visto, aunque se recuerde el slogan de memoria.

sábado, febrero 6

fragmentos oníricos

soñé

que para entrar a un bar tenía que escalar una montaña de arena, y en el trayecto no sólo terminaba toda lastimada sino que, además, tenía que escuchar a otra chica insoportable que estaba en la misma situación que yo.

que alguien para hacerme enojar me hacía críticas sin ningún sentido respecto a uno de mis poemas preferidos de mallarmé, y me sentía profundamente hastiada.

que hacía dos veces el mismo trayecto en auto (¡y viajaba adelante!) por una zona muy extraña que oscilaba con rapidez entre campos fastuosos, hectáreas raquíticas, puentes venidos a menos.

miércoles, febrero 3

caramelos

odio los caramelos que vos nombras

me decís que son de mentira éstos
que sostengo entre las manos
tienen forma de bolita se llaman media hora
y me decís que son falsos
que hay otros, unos reales,
no podes pronunciar su nombre ahora
pero los pones por encima de los míos
y cuando te digo vamos a cambiar caramelos
vos me das los tuyos yo te doy estos
así comparamos y no hablamos sobre el aire
ya estás a mil metros, empalagado hasta la nuca
recién cuando bajas me meto uno en la boca
(de los míos)
y termino siendo la única con sobredosis de glucosa


por culpa de escribir eso cuando ya era de día me costó más de lo normal conciliar el sueño y tuve la actividad onírica más atroz del universo. así funcionan las cosas y funcionan horriblemente. (todavía tengo dieciocho y puedo escudarme tras diminutos números para pedir clemencia) (en el sueño me recitaban en un italiano que no era tres oraciones escritas a mano. la primera duraba dos renglones, la tercera eran las mismas tres palabras repetidas de la mitad de la hoja en adelante.)